La tecnología avanza demasiado rápido y cada vez es más difícil para nuestros progenitores adaptarse a los diferentes aparatos que traen las nuevas generaciones.
Año tras año, la “tecnosfera” nos sorprende con dispositivos de toda índole, que facilitan la vida de los jóvenes y dificultan las de sus mayores. Uno de ellas es el Bluetooth: una red inalámbrica que permite el envío de todo tipo de archivos, y que distrae a los portadores de un teléfono móvil de última generación con el envío de sonidos, vídeos o imágenes; un sistema que hace las delicias de jóvenes y mayores pero que muchos no alcanzan a entender (¿cómo pueden mandarme cosas al móvil y no cobrarme nada?).
El Bluetooth es sólo otro sofisticado instrumento que obliga a la adaptación de generaciones anteriores, por aquello de “adaptarse o morir”, pero la lista no termina nunca de engordar: el DVD, el PDA, el mp3…Vocablos que designan los nombres de los instrumentos que se introducen en los hogares por la fuerza, a base de la insistencia de adolescentes que piden un iPod nano por reyes, o de unos padres que prefieren evolucionar y disfrutar de las facilidades que les proporcionan los avances tecnológicos (a riesgo de ser pesados y preguntar, no pocas veces, el funcionamiento de los aparatos que compran).