jueves, 26 de marzo de 2009

De críticas y libros para superar traumas

Hace un año que no escribo para este blog, pero decidida a retomar esta sana costumbre, por no perder el hábito de desarrollar mis habilidades litero-informativas, vuelvo con intención de quedarme, por lo menos por algo más de tiempo.


Querría comentar algo que me asombra, y que nunca me he planteado hasta el momento. Existe una especie de histeria por hacer partícipe a los demás de las desgracias personales, a través de libros o relatos editados en el momento más oportuno. En estos ensayos, se cuenta con todo detalle el calvario del personaje que protagonizó tamaña vivencia y se utiliza posteriormente a los medios para que publiquen la presentación de la obra editada.

Acabo de encontrarme, no por despiste, pues buscaba algo que me motivara de alguna forma, una noticia en EL PAIS en la que se habla sobre la edición de un libro por parte de la hija de Publio Cordón. El susodicho relato se llama "Historia de un secuestro" y viene contado de la boca de la hija del empresario, que fue secuestrado en 1995 por la banda GRAPO. El secuestro, que todavía permanece sin resolver, sale a la palestra tras las declaraciones del terrorista Silva Sande, que declaró que Publio Cordón fue enterrado en una fosa en la Provenza francesa. Según Silva, el empresario trato de escapar por la ventana de donde se hayaba recluído y murió con la caída. Y todo esto tras trece años de la desaparición de Cordón, y con una ventana como protagonista. Ventana con la que la autora, hija de Cordón, acaba un relato donde recrea todo el infierno por el que su padre pudo vivir. Y se queda ahí posiblemente porque es la última información que se tiene del caso. Es decir, no parece aportar mucho a los acontecimientos que ya conocemos por los medios de comunicación.

Hace un par de días, y con más casualidad que en el anterior caso, en la televisión hablaba un hombre que había permanecido recluído durante años encerrado en una cárcel guatelmateca (creo que era allí pero no he podido encontrar ninguna referencia en la red), acusado de matar a una autoridad judicial del país y estando sometido a tortura. Por lo visto, este señor (siento no poder dar más referencias) había sido acusado injustamente y necesitó la ayuda de una periodista, que se desplazó a este lugar en diferentes ocasiones, para ver qué sucedía realmente e investigar de primera mano los hechos por los que el acusado estaba encerrado. Después de su reclusión y con la ayuda diplomática del gobierno español, que se vió obligado a participar ante la alarma mediática, el preso español volvió a nuestro país. Y es en este punto donde todos pudimos ver a la periodista y al hombre (con coleta, desaliñado y bastante delgado) contar todo el esfuerzo que supuso la consecución del fin. Un fin que, por supuesto, pasa por la edición de un libro donde se relata en boca de él, de la periodista, y creo que del padre de él, cómo fueron las vivencias de todos ellos. Con estos antecedentes y siendo consciente de que existen mucho más, me pregunto si contar estas trágicas experiencias a través de la edición de libros, hacen sentir mejor al protagonista de la afrenta. Cuando el periodista se dispone a inmiscuirse en una historia así y publicarla, muchas veces no obtendrá su propósito, porque la víctima prefiere mantener su experiencia para sí mismo y superarlo de manera privada. Se nos tacha de oportunistas, de desalmados, de ambiciosos...cuando en muchas ocasiones somos también utilizados para reportar un beneficio a las víctimas. Muchas veces es el deseo de contar, de transmitir la realidad, el que nos mueve a investigar sin preocuparnos de las consecuencias. Es posible que sea un comportamiento poco meditado, y en algunas ocasiones egoísta, pero hay que decir que de todo este proceso no somos los únicos beneficiados. Permanezcamos impasibles ante críticas injustificadas pues como bien decía Kant, "Con las piedras que con duro intento los críticos te lanzan, bien puedes erigirte un monumento."

martes, 25 de marzo de 2008

COMUNICADO OFICIAL

Próximo destino: Dublín
Para los que no lo sabeis, os informo, me voy un tiempo a Dublín. No sé cuanto tiempo, sólo sé que cuando vuelva quiero saber bien inglés. No sé que me encontraré allí pero espero poder encontrar trabajo rápido y un piso para vivir pronto, y que los que vayais de visita a la ciudad me vengais a ver, prometo enterarme de todo y hacer de guía. Voy a echar mucho de menos todo: mi ciudad, mi gente, los sitios por los que paso...pero sé que es algo que debo hacer y que no hay que dejarse llevar por el miedo. Un día escuché: "El que no arriesga NADA, lo pierde TODO". Así que me lanzo a arriesgar para perder la sensación que tengo todo el rato de que estoy perdiendo el tiempo. Sólo espero que cuando vuelva todos sigais aquí y que no hayan cambiado muchas cosas, y si cambian que sean para bien. Acepto "me ha tocado la lotería" o "he conseguido un buen trabajo" o "me he comprado una casa en las Fidji a donde estas invitada"...Que vaya bien todo por aquí y que sepais que desde Dublín se acuerdan de vosotros, de cada uno de los que habeis pasado por mi vida para alegrarla. Os quiero

lunes, 14 de enero de 2008

NIÑO, ¿CÓMO SE PROGRAMA EL VÍDEO?

Esta es una frase bastante recurrente que seguramente se escuchará en muchos hogares, cuando el cabeza de familia quiere irse a la cama y dejar grabado el capítulo de su serie favorita, que casualmente se emite en prime time, justo cuando el sueño hace mella en su ánimo de televidente.

La tecnología avanza demasiado rápido y cada vez es más difícil para nuestros progenitores adaptarse a los diferentes aparatos que traen las nuevas generaciones.

Año tras año, la “tecnosfera” nos sorprende con dispositivos de toda índole, que facilitan la vida de los jóvenes y dificultan las de sus mayores. Uno de ellas es el Bluetooth: una red inalámbrica que permite el envío de todo tipo de archivos, y que distrae a los portadores de un teléfono móvil de última generación con el envío de sonidos, vídeos o imágenes; un sistema que hace las delicias de jóvenes y mayores pero que muchos no alcanzan a entender (¿cómo pueden mandarme cosas al móvil y no cobrarme nada?).

El Bluetooth es sólo otro sofisticado instrumento que obliga a la adaptación de generaciones anteriores, por aquello de “adaptarse o morir”, pero la lista no termina nunca de engordar: el DVD, el PDA, el mp3…Vocablos que designan los nombres de los instrumentos que se introducen en los hogares por la fuerza, a base de la insistencia de adolescentes que piden un iPod nano por reyes, o de unos padres que prefieren evolucionar y disfrutar de las facilidades que les proporcionan los avances tecnológicos (a riesgo de ser pesados y preguntar, no pocas veces, el funcionamiento de los aparatos que compran).

Todavía hay algunos eternos románticos que se resisten a comprar un teléfono móvil o que prefieren seguir grabando sus películas en VHS desde la televisión, pero claro no sin antes preguntar “Niño, ¿cómo se programa el vídeo?”.

viernes, 30 de noviembre de 2007

¿Una vocación o un tormento?

Todo periodista, o el que lucha por serlo, sabe que la profesión a la que ha decidido dedicarse es VOCACIONAL, profundamente vocacional. Al buen periodista no le mueve el dinero, ni la ambición, ni la calidad de vida, no busca una vida cómoda, ni que le conozcan por la calle; simplemente quiere SER PERIODISTA. Ríete de aquellos que comienzan en la profesión y anhelan hacerse ricos, salir en la tele o que le llamen por su nombre, ¡no saben dónde se meten!
El camino es muy difícil: la primera etapa, la de estudiante, está marcada por la ilusión del joven aspirante que, movido por un sentimiento de curiosidad que le es innato y por su gusto por las letras, desoye las advertencias de sus catedráticos y profesores: ¿Qué estudiante de Periodismo no ha oído nunca lo mal que está el panorama? Pero todos pensamos que no es tan negro como lo pintan, y que tal vez haya un poco de suerte... ¡la ilusión nos pierde!
La segunda etapa es la de becario, cuando el aspirante establece su primer contacto con este mundo y le deslumbra todo lo que ve, lo que hace y los profesionales con los que comparte su día a día. Este periodo es altamente peligroso pues, encandilado por la "mediosfera", pasa por la cabeza del candidato a periodista la posibilidad de ser, tarde o temprano, uno de esos profesionales. El peligro de la magia que alienta al becario es el dolor que sufre al llegar al mundo real, cuando ya licenciado, se enfrenta a algunas entrevistas (y negativas), o incluso a la falta de respuesta por parte de aquellos que han recibido su curriculum y ni siquiera se han dignado a leerlo. Se da cuenta, como en un acceso de lucidez, de que de aspirantes está el mundo lleno, y que el camino no va a ser nada fácil, todo lo contrario: será duro. Muchos de ellos tiran la toalla, y otros tantos siguen luchando por sus sueños, la pregunta es ¿quieres ser periodista o quieres vivir?